jueves, 2 de abril de 2009

"ROMANCE DE UNAS TORRIJAS"

A Mati, mi esposa, y a sus torrijas primerizas.




Si fuera yo Juan Manuel,
aquél que mantos bordara
y, en primor de aguja e hilo,
filigranas dibujara
sobre el temblor infinito
de un tisú de fina saya,
tras libar de estas torrijas
-a las que el romance canta-
su dulzor suave y medido
y catar su fina gracia
juraría que por manos
de los Cielos fueran dadas
y bordadas al calor
de un perol que no se hallara
en lugar de tierra alguna
más en la Gloria encontrara.

Si Rodríguez Buzón fuera,
el que un día pregonara
la Pasión según Sevilla
con tanta rima y prosapia
que fuera sacado a hombros
del teatro donde hablara,
aquel que cantó a una Virgen
cuando a su paso lloraba
y en octosílabos puros
diera Fe de La Esperanza
-pero como Tú ninguna-
Estrella de la mañana-,
convocaría un Pregón
de sonetos y romanzas,
y cantaría el primor
de estas torrijas sobradas,
abrazo de vino y miel
en lecho de harina blanca,
centinelas del buen gusto
que hasta los labios llevadas,
más que gustar, son rebato
del bronce de las campanas,
y arrullo del campanil
de nuestra humilde garganta.

Y si yo fuera Guzmán
Bejarano. El que tallara
los canastos de los pasos
con sus manos artesanas,
a golpes de gubia y genio
en un taller que aromara
el olor del San Patricio
de bodega jerezana,
buscaría por doquier
qué tallista las tallara
con tan perfecta medida
que problemas nunca hallaran
si cruzaran Tornería
o Bizcocheros cruzaran.

Y si fuera Ortega Bru
genio de rostros sin calma,
tormento de arte desnudo
de Victoria a Santa Marta,
postraría mis enseres
y mi rodilla doblara
rindiéndole pleitesía
a estas joyas soberanas
que ningún golpe de mano
mas vida darle lograran.

Si fuera López Farfán
y escribiera en pentagramas
ese momento en que, eternos,
los campanilleros pasan,
¡qué marcha yo compondría!
¡qué inspiración yo lograra!
cuando, por siempre, al tenerlas,
sobre mi lengua posadas,
con una marcha sublime
mi talento consagrara.

Pero no soy yo ninguno
de quien los versos nos hablan
soy tan sólo un rimador
de romances y de chanzas
que, sobrecogido al verlas,
y emocionado al probarlas
he trenzado este romance
a esa mujer que me aguarda
cada noche, cuando llego
de Canal Sur a mi casa.
La que, prodigio de amor,
y con sus dos manos santas
ha labrado estas torrijas
a las que estos versos cantan.

Si las probaras, hermano,
si tu, hermano, las probaras,
y si al quebrarse en tus dientes
los ojos presto cerraras
jurarías que en el Ccielo
mismamente te encontraras
mientras llega la primera
el Domingo de las Palmas
buscando la Catedral
por Cristina y Calle Larga.


Enrique V. de Mora Quirós.

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