jueves, 3 de diciembre de 2009

"Con los brazos abiertos. Nuestro Crucifijo" UU.HH Jerez



































Alguien comentaba hace unos días que en un centro público, tras retirar un Crucifijo, se esforzaban en borrar de la pared la marca de la Cruz que allí quedaba no consiguiéndolo del todo a pesar de las capas de pintura que aplicaban sobre el lugar.

Parece como si las paredes tuvieran mejor memoria que el corazón de algunos hombres.
Dos mil años de historia a la sombra de la Cruz han hecho que los hombres sean infinitamente mejores que lo eran antes de que Jesús muriera por nosotros. Si nos fijamos bien veremos que muchos avances de la humanidad en materia de derechos humanos y justicia hubieran sido imposibles sin la impronta cristiana de quienes los impulsaron. ¿Qué decir de la caridad, de la solidaridad entre los hombres? No existe estado ni institución alguna que haya hecho más por el prójimo que aquellas personas con una cruz en el pecho que han construido escuelas y hospitales en los lugares más pobres de la tierra.

En la mayor parte de las ocasiones llevaban una cruz en el pecho las mujeres y hombres que han atendido leprosos, cuidado ancianos desvalidos, criado niños abandonados, alimentado a los indigentes, etc…

A la sombra de la Cruz la cultura ha alcanzado cotas importantísimas en arquitectura, poesía, pintura, escultura y música.

No puede ser tan malo el signo de la cruz para proscribirlo de los lugares donde ha permanecido durante siglos. Durante siglos los brazos abiertos del Dios hombre que murió por nosotros han bendecido aulas, salas de hospital, tribunales, etc… y jamás hicieron daño a nadie, todo lo contrario.

Ojalá nuestros corazones tengan mejor memoria que las paredes y no desterremos de ellos el símbolo de la Salvación y la Paz, el Crucifijo.

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