martes, 28 de septiembre de 2010

Esperanza Macarena... Devoción Universal.

Todo el mundo la esperaba. Los momentos previos se hacian interminables y agotadores, los días se tachaban en el almanaque como si de la llegada del Domingo de Palmas se tratara. Se contaban los segundos que faltaban para que Sevilla se llenara de Ella y Ella derrochara Esperanza por Sevilla.
Sevilla, sin Esperanza es poco, pero no se entiende sin Macarena. Es una simbiosis que no podemos llegar a entender.
Una salida, para estar con las personas que estuvieron con Ella el día de su Coronación Canónica. Un fin de semana repleto de actos para conmemorar la beatificación de Madre Maria de la Purisima.
Una ciudad, una forma de vida alrededor de Ella.

Cuentan las crónicas que en el traslado hacia el estadio de la cartuja, estuvieron bajo su dulce mirada y el manto camaronero hasta 60.000 hijos, faltos de Ella, porque aunque tengamos todo en esta vida.... Ella siempre nos hace falta.

Un buen cofrade jerezano, dejó escrito:

Era una tarde lluviosa del mes de la Purisima, cuando presto tomé el tren dirección a la capital Hispalense. Durante el trayecto solo tenía una cosa en mi mente, y no era otra que saber si podría aguantarle la mirada a la Esperanza. Lo reconozco, nunca pude, y esta vez iba con la intención de mirarle a los ojos y pedirle por los míos, por esta crisis que devasta a la sociedad y por tantas y tantas cosas que no podía pedírselo de otra manera.
Caminando por la Ronda iba tarareando el Himno de la Esperanza, preparando mi corazón para presentárselo a Ella, el mismo que aligeró sus pulsaciones cuando ya por fin se divisaba el arco. Pese al día de perros que hacía, el atrio era un ir y venir de devotos, y al fondo, Ella. Majestuosa como siempre, apenas te deja fijarte en el montaje de la priostía. Ella lo acapara todo. Me iba acercando poco a poco y todo el discurso que llevaba preparado se me fue olvidando, tantas peticiones, tantas cosas que agradecer... se esfumaban de mi cabeza. Y cuando al fin llegué hasta sus plantas y besé su mano regia, me llenó de Esperanza, no hacia falta pedir, no hacía falta dar gracias y por supuesto una vez mas fui incapaz de aguantarle la mirada. ¿Qué fuerza sobrenatural tendrá para ser incapaz de mirarle a los ojos? Eso me pregunté, con una sola respuesta, la fuerza de la Esperanza, la que mueve montañas, a la que nos aferramos cuando todo está en contra, la que encontramos en su regazo y tenemos en su mirada de Madre. Por eso no vi la saya nueva ni las flores que tenía, solo iba a ver a la Macarena y me llevé la Esperanza.

Así es Ella, Juan, y los que no tenemos la suerte de poder disfrutarla en la noche de tu Jesús, nos tenemos que ir enamorando poco a poco de su Mirada, aunque no podamos mantenerla fija, allá en las alturas de su camarín. Por eso muchos como nosotros, estaban deseando vivir una noche mágica junto a sus andas.








2 comentarios:

  1. si señor buen resumen de lo acontecido, bien pronunciado, pero te falta algo........ un saludo

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  2. el proximo dia 24 de octubre sale nuestra Señora del Rosario desde San Gil,a las 19/30 hará un recorrido por als calles de su barrio

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